domingo, 2 de octubre de 2011

Día 78: Monólogo Superstar

Ayer viajando en el tren tuve un dejavú.
Aunque en realidad pensándolo bien, no si realmente fue eso, o fue una mezcla de sensaciones que me recordaron a tiempos lejanos...
Tengo que confesar que no me gusta viajar en tren. El amontonamiento de gente, el olor a pata, el olor a transpiración, el mal aliento, y los pungas, hacen que cada vez me de menos ganas de utilizarlo.
Ayer me preparaba para un viaje largo, de esos que hacen que en lugar de tener una raya tengas dos.
Entré, me acomodé como pude, cerca del planito de estaciones (si, porque hace 6 años que vivo en Buenos Aires pero todavía no me aprendo las localidades), y me dispuse a esperar...
Enfrente tenía un chico que venía dibujando, lo que me entretuvo una parte del viaje.
De repente me doy cuenta que toda la gente empieza a mirar cerca de la puerta...

Miro, y se encontraba un hombre tirado en el suelo, en posición de reverencia, pero sin moverse, parecía ser un trabajador, porque en una de las bolsas que tenía en el costado llevaba carne, y no estaba mal vestido.
La gente parece no inmutarse, lo miran con asombro, pero ninguno hace nada.
De repente se escucha alguien gritar del fondo "llamen a un guarda, que hay una persona descompuesta!", a lo que, después de unos minutos, el guarda viene e intenta llamarlo.

Mientras transcurría esa situación, comienzan a discutir dos personas, muy diferentes entre si, y de clases sociales totalmente diferentes. El de clase social aparentemente alta, le decía a la señora que para que había llamado al guarda, que seguro estaba borracho, y que debían dejarlo ahí que ya se le iba a pasar, mientras que la señora defendía que, por mas que estuviera borracho, se merecía atención, porque no sabíamos realmente que era lo  que le pasaba.
La discusión comienza a elevarse, se mete la hija de esta señora, a tratar de defender a la madre, se tiran un par de insultos hasta que se calman.

Saben?
Yo nací en un barrio muy precario, alquilabamos y nos mudabamos de aquí para allá. Crecí con la cumbia, jugando en la vereda con los juguetes que mis papás podían comprarme. No teníamos mucho, quizá por eso esperaba con tantas ansias mi cumpleaños, o navidad, porque eran los momentos en que sabía que iba a tener un juguete nuevo. Igual,  yo jugaba con cualquier cosa que pudiera inventarme. La imaginación era lo que sobraba.
Nuestra casa siempre estaba llena de vida, y a pesar de vivir con poco, mi sonrisa con ventanita siempre estaba ahí.
No tenía un gran atuendo, solo contaba con un vestido que reservaban para buenas ocasiones,
Quizá sea por eso que ese momento me retrajo a esos momentos, y me hicieron pensar...

Que derecho tenemos de discriminar a los demás por su forma de hablar? O de vestir? No todos tuvimos las mismas chances, ni fuimos criados de la misma manera, y si hoy en día quizá me encuentre aparentemente del lado mas cercano al hombre que discutía con la señora, me siento mas del otro lado.


Solo aquello que se sufre, se vive, y se siente, es aquello que verdaderamente se valora.
Todo lo demás, es mediocridad.


AprilSun.