martes, 16 de octubre de 2012

Día 89: Se atormenta una vecina


Esta es la historia de la inevitable odisea de un día de lluvia.
Eso, que es música para nuestros oídos, si estamos acurrucaditos, tapados hasta la oreja, bajo una frazada en pleno invierno.
Pero que es un taladro en plena construcción, si nos encuentra bajo ella.

A veces parece que estuviéramos huyendo de gotas de ácido sulfúrico, como si una gota fuera a desintegrarnos, como en el final Terminator 2. Sorry si alguno no vio el final, es que no puedo concebir que alguien no haya visto esta película. En que cabeza cabe!

Si. Ya se en que cabeza cabe.
En aquellos que desesperadamente corren  bajo una inofensiva lluvia.
Y ahí nos quedamos.

En estos días de lluvia, podemos distinguir 3 tipos de húmedos transeúntes:

- Los que salen sin paraguas

- Los que salen con paraguas

- Los que salen con paraguas baratos

En el primer grupo tenemos a esos osados, que mueren por vivir la adrenalina de la incertidumbre del pronóstico de la mañana, y creen en ese 5% de probabilidad de un cielo despejado, en un día en el que parece que el mundo se viene abajo. Son esas personas a las que les gustan los desafíos extremos, y que, si pudieran, saltarían al vacío desde la estratósfera.
Si, ese primer grupo de deportistas extremos que corren 5 metros llanos a lo Usain Bolt, hasta el próximo techito en un día de tormenta.
Esos que salen sin paraguas. O, esos que, simplemente, se lo olvidan.


En el segundo grupo tenemos a la gente precavida, los que preparan adecuadamente su paraguas desde el día anterior, lo lavan, lo planchan y le hacen brushing.
Si, se los puede ver erguidos y orgullosos de portar su último modelo, y hay algunos hasta llevan paraguas para resguardar a una familia entera.
Claro que, son justamente que no compartirían su paraguas ni aunque llovieran meteoritos.


Y en el tercer grupo, me encuentro yo, que, ni salimos a la calle desprotegidos, ni nos calzamos un escudo en la cabeza.
Somos los que llevamos paraguas baratos.
Esos que, a lo Transformer, caben en un bolsillo, pero que apretando un pequeño botón, se arman en un santiamén.
También esta la variante de paraguas, que tienen toda la pinta, pero se quedan (y nos hacen quedar) a medio camino.
Es salir con un paraguas que ya sabemos que de antemano no va a durar mas de una lluvia (con suerte), pero que lo compramos pensando en lo barato que nos salió, o bien fue de esas compras repentinas que le hicimos a un vendedor callejero a la vez que corríamos debajo de la lluvia.

 Y en eso quiero detenerme, para contarles lo que me paso hoy saliendo con un paraguas de 10 pesos:

- A salir de casa se desprende el centro que conecta el cabito con el resto de paraguas  por lo que tengo q sostenerlo con la cabeza mientras camino.
- Hago 2 cuadras y se me desprende en 2 puntas.
- Las acomodo
- Vuelvo a hacer una cuadra y se me vuelven a salir 2 puntas, mientras una señora me dice "uy ya no te sirve"
- Las acomodo otra vez
- Cierro el paraguas y me aprieto los dedos.


Y así concluye, una vez mas, un día en la vida de cualquiera, con esa bendición que llamamos lluvia, pero que poco disfrutamos cuando nos encontramos bajo ella.

Que les garúe finito.


AprilSun.

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