lunes, 3 de mayo de 2010

Día 59: Discursos bajo receta.

Estoy siendo rehén de mi sistema inmúnológico. El debe combatir la gripe, y a cambio el virus me da bofetadas...total, sabe que pronto acabará por rendirse en la batalla microscópica...
Esta época es terrible, y espero que la paranoia no se haga notar en la gente como hace un año atrás.
Por favor! Todos se ponen como locos con un estornudo. Te miran como si estuvieran mirando el final de una película de terror, donde freddy bien podría ser un aprendiz al lado del miedo que infunde una sonada de nariz.
Claro, es fácil ponerse en primera persona y criticar a los enfermos en este momento, porque justamente...ellos están sanos! Pronto me encontraré del otro lado, dictando mi discurso contradictorio para complacer a mis dos hemisferios.
Cuando tenía unos 12 años mas o menos, pensaba que tenía una grave enfermedad.
Porsupuesto que de esto nadie debía enterarse, ya que, si sabían de mi supuesto síntoma me empezarían a llevar a médicos, a hacer exámenes, y demás. Entonces guardaba el secreto.
Es cierto que tampoco me preocupaba demasiado, porque me acordaba cada cierto tiempo, y tenía un diario mínimo donde escribía acerca de mi "padecer".
Mi supuesta enfermedad se trataba acerca de un nódulo que parecía tener en el pecho, y que, escondía ante los demás porque pensaba que era algo de temer.
Pasé años así, pensando y averiguando que podía ser.
Hasta que un día se me ocurrió consultar con un médico de verdad y me dijo que eso era hueso...
Puff!
Que tonta había sido creyendo que tenía algo que era parte de mi sistema óseo!
Siempre les tuve miedo a los médicos, a las agujas, al dolor...
Si hasta cuando voy a sacarme sangre hago tiempo para retrasar unos segundos el inevitable pinchazo! La última vez recuerdo que me remangué un brazo y cuando estaba por clavarme la aguja le dije que prefería el otro, porque me sentía mas cómoda, de nada servía mi plan, el, iba a pincharme de todos modos.

Me he malcriado, lo sé.
Me acostumbraron a que las enfermedades se curan en casa, que no hacen falta los médicos, que todo pasa después de unos días, y, si no empeora, no hace falta ir.
Mi abuela antes de jubilarse trabajó toda la vida en un hospital, así que, para que querer una consulta médica cuando todas las muestras gratis estaban al alcance de una puerta de placard?

Las pocas veces que fui a un hospital fueron al nacer, porque nací con bilirrubina y tuvieron que inyectarme miles de cosas para mejorarme, luego en la época de las vacunas, donde me tocó una enfermera asesina que me puso un par de vacunas que me infectaron todo el hombro (aún llevo las marcas de su inoperancia), y con alguna que otra enfermedad de estación o de la edad.

Por lo demás, heredé mieditis paterna y materna, a pesar de ver hoy en día todos los programas de Misterios médicos, Sala de Emergencias, Medicina extraordinaria, E.R, House, y demás.
Veo sin pudor operaciones a corazón abierto, tratamientos, casos de todo tipo...pero miro al otro lado arrugando los ojitos cuando se acerca amenazante ese minúsculo mosquito con forma de jeringa...

...Misterios de la ciencia.

AprilSun.


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