martes, 11 de enero de 2011

Día 63: Y quizá por eso nunca sepa

Siento que todas las marañas de palabras que se escribieron a lo largo de estos años, arrojaron un saldo que solamente redondeó lo que se estimaba, aunque no superó la espectativa de mi espectante interior.
Algo se perdió en el camino, y es de esas piezas indispensables, como cuando en medio de una carrera los cordones se desatan. Se puede seguir corriendo, aunque en algún momento la caída es inevitable.
Y así como las caídas traen también la fortaleza para levantarse, muchas veces es necesario cambiar el cordón que las produce.
O quizá sea necesario andar descalzo, libre de preocupaciones, de culpas, de enojos, de imprevistos inciertos y angustiantes, y de todo lo que nos rodea que a veces parece complotar para cambiar un día por otro, y por otro, sucesivamente.
No se si las palabras llevan a algún lado, no se si el desargo literario ayuda a mitigar las consecuencias, tal vez sea solo una manera de sobrellevar las cosas.
Y cuando no se puede escribir, o no se tiene una manera de transmitir aquello que se sabe abstracto, entonces hay que empezar a volar con la imaginación, aunque tarde o temprano se tenga que bajar al nivel del mar.
De todos modos, me hace bien, aunque no sepa si quiero seguir o no haciéndolo.
Esto de que "que es parte de la vida" no me lo creo, las experiencias son personales, y nadie puede saber a ciencia cierta sentimientos tan individuales. Nadie es igual al otro, nadie quiere ser igual a otro, ni nadie quiere ser comparado por los juicios implacables de la verdad parcial, aquella que solo es vista por el observador, y que juzga desde su posición lo que ve o siente, sin saberse el contexto o las causas determinantes.

Quizá por eso nunca sepa porque escribo mi blog, después de todo, tal vez no haga tanta falta sumarle a los juicios ajenos un autojuicio que sumado a los propios existentes, solo exacerben el contenido real de uno mismo.

AprilSun.

No hay comentarios:

Publicar un comentario