jueves, 15 de marzo de 2012

Día 82: Mostrame los dientes

Nunca me gustaron los osos.
Y menos cuando vienen en forma de peluche. No entiendo como alguien puede regalar un animal que si te cruza en el medio del bosque no tendría ningún reparo en usarte como su almuerzo.
Pero claro, como es un peluche, es tierno.
Tiernas mis pantuflas (y no son de oso), yo no quiero tener la representación de un carnívoro a escala, mirándome con ojos tiernos y un corazón en la mano. No es una imagen un tanto caníbal?

Será que como especie dominante, por encontrarnos en el nivel máximo de la escala alimenticia, podemos enternecer absolutamente a cualquier cosa.

Sino miremos a Barney, un Tiranosaurio Rex diciéndonos que nos quiere, y que somos una familia feliz.
Minga!
Si nos hubiéramos cruzado con un T.Rex hace 65 millones de años nos hubiera usado como escarbadientes, y el fuerte abrazo nos lo hubiera dado para deshacerse de nosotros.

Las maravillas, están en otra parte.
Las cosas que pasamos por alto, tienen mayor contenido enternecedor que aquello que se hace a medida.
A veces creemos que las emociones están en una película, con un final feliz, o en la adrenalina de una película de miedo.

Nos enternece el gatito de una película mirándonos con ojos grandes y tiernos, pero pasamos por alto una gran cantidad de miradas al día. Idealizamos la ficción, sin darnos cuenta que la verdadera realidad puede estar en la mirada de una persona. Contamos emocionados la historia de una película que vimos, pero pasamos por alto la mirada triste de un amigo.

Las verdaderas emociones están ahí afuera, como Objetos no identificados, esperando por ser vistos.

AprilSun.











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