jueves, 26 de mayo de 2011

Día 70: Super Bycicle

Nos reunieron en el salón. Parecía cual secta esperando por la aparición de su líder, pero no, el era aún mas extravagante, y no iba a pasar desapercibido por los demás así como si nada. Así era Valsagna.

Eran días de calor, pero de mucho calor. A veces me pregunto porque en Baires la gente se sofoca con 37º. En Rafaela, eso es una ganga. Al menos 40º promedio todos los días, y parece que el 70% del agua del cuerpo se evaporaría con solo salir a hacer un mandado.
Dejé mi bicicleta roja en la puerta, la trabé con cadena y candado, y sin esperar mas entré, y me senté a esperar.
Al cabo de unos minutos, llegó.
Lo miré...y volví a mirarlo. Acaso estaba viendo una escena de "Baywatch"? No.
Todos habían ido a la entrevista tan formales como pudieron, pero créanme, que en este momento querían cortarse las venas con su CV.
Se presentó, Camisa Floreada, pantalones cortos, de lo mas estrafalarios, ojotas, y porte que denotaba que nada podía hacerle frente. Soy...Alberto y voy a mostrarles el mejor producto que van a tener en sus manos....
Me sentía en medio de una propaganda de George Foreman. Acaso me estaba vendiendo? Me estaba queriendo convencer de algo? Se trataba de un nuevo invento revolucionario que cambiaría nuestras vidas para siempre? O simplemente era alguien con la capacidad de demostrarte que todo lo que necesitabas estaba en sus manos? Eso era...y yo tenía que convencerme y convencer a los demás de que era así...

Pasaron los días, y ya estábamos preparados para salir. El nuevo "invento revolucionario" era un Diario de "SuperClasificados", una guía donde la gente iba a encontrar todo lo que necesitara, y yo era una de las tantas responsables de que el diario no salga con páginas en blanco.
Y empecé a pedalear la calle, había que encontrar nuevas víctimas. Tengo que decir que corría con suerte, o sabía convencer muy bien, porque siempre volvía con alguna que otra orden.

Cada tanto, Valsagna nos daba algún cliente importante para visitar, ese que hacía la diferencia entre un sueldo tranquilo, y uno estresado. Estaba en mi día de suerte, hoy me tocaba a mi, y no iba a perdérmelo por nada del mundo.
Bueno, me dijo, este cliente es muy importante, es un supermercado, y puede llegar a comprar una página...el resto no recuerdo que fue, pero solo se que asentí con mi cabeza, y le dije que iría esa misma tarde.
Comencé a pedalear, el día anterior había llovido, pero nada iba a detenerme. Sabía que aunque quedara un poco lejos, el esfuerzo valdría la pena. Pasó media hora, 45 min, 1 hora...y yo seguía pedaleando. Me había encontrado con la ruta. Cuan lejos podría estar? Vamos, ya debo estar cerca. Me paré, tomé un descanso breve, y volví a subir a mi bicicleta. De repente cada vuelta de pedal se me hacía eterna...el guardabarros se me había llenado de barro.
Y ahora que hago?
Seguí caminando, con mi bicicleta ahora a mi costado, y vislumbré a lo lejos un hotel. Un hotel caro, muy caro. Ya nada me importaba, estaba tan jugada...que caminé hasta ahí, estacioné mi bicicleta y entré al hotel.
Cansada, transpirada, roja, con manchas de barro en la cola y con una cara de desesperación entré y pedí un teléfono, necesitaba llegar a ese cliente como sea. Pregunté si estaba muy lejos la dirección y me dijeron que aún faltaban algunos kilómetros más.
"Eh..Alberto? Bueno, estoy acá en el Km... me podés pasar a buscar para ir lo de..."
El resto es historia. Esperé con mi bicicleta roja, llena de barro, enfrente del hotel lujoso a mi jefe, escondimos la bici, y aproveché el vientito de la ventana para refrescarme.
Pero le vendí la página.

Y al final, cada ruta tiene su destino.

AprilSun.

1 comentario:

  1. y nuestro destino tiene una sola ruta.
    algunos recuerdos me trajiste a mi cabeza cuando mencionaste las manchas de barro en la cola, en mi caso toda una linea perfecta hasta la nuca, jajaja

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